Este primero de mayo, el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) modificó la franja de precios para importar lácteos, azúcar y maíz,a través del Decreto Supremo 103-2015-EF. La franja es un instrumento que consiste en fijar un nivel superior y otro inferior para los precios de cada producto importado y aplicar derechos arancelarios adicionales, con el fin de asegurar precios estables tanto al productor, mediante un precio piso, como al consumidor, a través de un precio techo.  


Para Héctor Guevara, gerente de la Asociación de Ganaderos Lecheros del Perú (Agalep), “lo único que se está haciendo es desproteger a los productores y agricultores nacionales”, ya que bajar los aranceles a las importaciones de la leche en polvo implica que las industrias prefieran comprarles a los productores extranjeros en vez de a los locales. El argumento del Estado es que es mejor importar porque los productores extranjeros son más eficientes, pero Guevara afirma que esa es la mitad de la verdad: “son eficientes por los grandes subsidios que reciben, ¿cómo vamos a competir con ellos?”


De acuerdo al MEF, los subsidios son “la forma que tiene el Estado de apoyar económicamente a determinado sector, con el fin de hacer menos costoso un bien”. En ese sentido, Guevara afirma que “el Estado no le da un solo centavo de subsidios al sector agropecuario, salvo que sean agroexportadores”. Asimismo, cuestiona algunas medidas gubernamentales -donde los subsidios se encuentran ocultos- que buscan mejorar las condiciones productivas con el fin de mitigar los daños al medio ambiente, porque así los productores extranjeros se vuelven “artificialmente eficientes”. Para él, el Estado toma dichas medidas con la intención de beneficiar a los productores extranjeros.


Durante el segundo gobierno de Alan García, en el año 2008, se eliminaron los aranceles, que estaban aproximadamente en 25% a la importación de la leche en polvo. Desde ahí la producción de leche ha venido desacelerándose seriamente. En 1991, en el primer gobierno de Fujimori, se aplicaron por primera vez aranceles a la leche y otros productos agropecuarios. Esto se dictó dentro de la Ley de Promoción de las Inversiones en el Sector Agrario, con el Decreto Legislativo 653. Allí se establecía que, con la finalidad de promover la producción lechera y proteger al consumidor, se prohibía la recombinación y reconstitución de la leche, es decir, que se importe leche en polvo para combinarla con agua y un poco de leche y posteriormente venderla al mercado. Héctor Guevara señala ello como un engaño al consumidor.


Con los mecanismos de los aranceles y la franja de precios, la producción de leche creció de forma importante año a año, llegando a tasas promedio de crecimiento de entre 7 y 9%, de acuerdo con Guevara. Asimismo, se mantenían bastante limitadas las importaciones, de entre 15 y 18 mil toneladas anuales. Pero es a raíz de las medida tomadas por García en el año 2008 que se puede ver un fin a este crecimiento sostenido. Se eliminaron los aranceles del sector lácteo, unilateralmente, sin ninguna razón. Y en segundo lugar, se eliminó el artículo del Decreto Legislativo 653 que promocionaba la producción de leche y beneficiaba al consumidor.


La tasa de crecimiento de la producción de leche, de entre 7% y 9%, empezó a caer llegando a su punto mínimo en el 2013 con un crecimiento de 0,8%; y en 2014, de 1,3%. Guevara manifestó que “se le ha advertido al Ministerio de Agricultura, pero no ha hecho absolutamente nada por tomar medidas que mejoren las condiciones y los niveles de producción y productividad en el sector lácteo”. Por otra parte, al mismo tiempo que la tasa del crecimiento comenzó a decaer desde 2008, las importaciones se empezaron a elevar, de tasas de entre 15 y 18 mil toneladas a un promedio de 42 mil toneladas por año.


                                                                     ***


Ahora, ¿en qué afecta esta creciente importación de leche en polvo y, al mismo tiempo, la desaceleración de la producción local de la leche? Básicamente en la calidad de este producto. Guevara explica que, en Estados Unidos por ejemplo, la leche se ordeña y luego va a la fábrica. Para que esta esta leche se vuelva polvo, se la tiene que exponer a elevadas temperaturas por un tiempo bastante prolongado y esto degrada la proteína.


Estos países importadores tienen tanta producción de leche que lo que les sobra lo vuelven polvo. Esto se da debido a las características del consumidor: ellos no consumen leche en polvo ni recombinada ni reconstituida. Sería carísimo hacerlo. Por ello, las empresas prefieren procesar la leche fluida y llevarla a las góndolas para su venta. Pero, como sobra leche, la hacen polvo, porque tiene mayor tiempo de duración y la almacenan para los países que sí la reciben, como el Perú.


Según datos de Agalep, los dos productos que más importa el Perú son la leche en polvo descremada y entera. Aproximadamente, el 60% del total viene de Nueva zelanda y el 40% de Estados Unidos.


Respecto al mercado lácteo peruano, Guevara señaló que existe una gran falla, pues “más del 80% del mercado consumidor y comprador está concentrado en una sola empresa”. Efectivamente, la empresa Gloria S.A. de la familia Rodríguez es la líder nacional, sobrepasando a Laive y Nestlé. Para el gerente de Agalep, hay un oligopolio y un oligopsonio, es decir, que el mercado está concentrado tanto por el lado de la oferta como de la demanda. “Esto debería ser competencia de Indecopi, de mejorar las condiciones del mercado”, agregó.


Además, afirmó que, dado el poder de dominio de Gloria sobre el mercado, de alguna manera se cometen ciertos excesos, como controlar los precios al productor. Entonces, este se convierte en un tomador de precios, es decir, en una empresa que no puede influir en el precio de mercado porque su producción es una parte mínima del mercado total . El productor es el que debe fijar el precio; el comprador no puede hacerlo, al margen de que haya un estudio de mercado.


Por su parte, Rolando Piskulich, gerente de la Asociación de Industriales Lácteos (ADIL), señaló que nunca se le ha bajado el precio a los productores y que incluso esta es una particularidad del mercado lácteo peruano. Piskulich manifestó que lo que ocurre es que “conforme pasa el tiempo, a veces, los ganaderos reclaman más precio”.


Es por ello que Agalep abrió dos procesos con Indecopi, por situación monopólica y competencia desleal, que al final terminaron en su contra. Su gerente afirmó que “eso es realmente vergonzoso en una institución que debe velar por que haya igual cantidad de ofertantes y demandantes, con el fin de que los precios del mercado puedan fijarse”. Por lo contrario, agregó que hay muchos ofertantes -los productores- y pocos demandantes -industriales (Gloria básicamente)-. Así, dijo que “este mercado tiene que regularse; no hay que tener miedo a la palabra regular, sino a la palabra controlar”.


En cuanto a la leche en polvo, el productor extranjero es un competidor desleal, porque, por los subsidios que recibe, trae una leche barata, con menores costos de producción. Al productor nacional no le queda otra opción que aceptar el precio que el gran industrial le quiere pagar. De otra manera, no le compra, y hay mucha oferta de leche en polvo desde el mercado internacional hacia el nuestro.


                                                                     ***


Hasta el año 2012 existió el Programa Nacional de Asistencia Alimentaria (PRONAA), programa social implementado por el expresidente Alberto Fujimori, que tenía como fin combatir el hambre en las zonas más pobres del país. Su normatividad interna indicaba que las compras para la atención alimentaria debían ser realizadas dentro de su área geográfica, es decir, se tenía que comprar a productores locales. Eso obligaba a que los productores abastezcan, produzcan y mejoren las condiciones de dichas tareas.


El gobierno del actual presidente Ollanta Humala sustituyó el PRONAA por el Programa Nacional de Alimentación Qali Warma, que se dirige a los niños y niñas de inicial y primaria de las escuelas públicas de todo el país. Uno de los cambios fue que ya no se entregaba la leche como en el anterior programa: fresca, pasteurizada o UHT, sino un “bebible industrializado”. Esta creación del Qali Warma consiste en un producto a base de leche entera, que puede ser leche enriquecida o con cereales y además es acompañado por un componente sólido (un pan).


Para Agalep, este bebible no es leche; es una mezcla de leche, frutas, harinas, azúcar, entre otros componentes, que tiene mayor costo y menor valor nutritivo que la leche que entregaba el PRONAA, que no tenía ningún tipo de mezclas que la desnaturalizaran. Guevara lamentó que este producto no cuente con una norma técnica, tal como se puede comprobar en el Anexo 3 de las Bases del Proceso de Compra, disponible en la página web de Qali Warma, donde debería estar la ficha técnica de alimentos pero se encuentra totalmente vacío. “No tiene una norma técnica, no tiene un procedimiento, se lo inventaron”, agregó el gerente de Agalep con visible indignación.


Consecuencia de ello fueron las quejas y denuncias periodísticas sobre intoxicaciones después de haber ingerido dicho producto bebible. Incluso un grupo de congresistas denunció que los vasos de plástico no permitían la conservación del producto; por eso, se malograba. También, se decía que la leche hacía daño. Entonces, Agalep salió a los medios a aclarar que esa mezcla no era leche. “Si querían analizar el producto, ¿cómo lo iban a hacer? Para ello se necesita una norma técnica que diga los pasos a seguir para determinar la calidad o cantidad de nutrientes o aspectos microbiológicos, pero no había nada de eso”, señaló Guevara.


Además, el cálculo de los precios se ha hecho unilateralmente. Esto quiere decir que no se consultó con los gremios a los que se afecta directamente. Además, este precio es sumamente bajo. Es por ello que muchas empresas no quieren participar en los procesos de convocatoria. Ciertamente, no les sale a cuenta, ya que primero deben comprarle a los grandes industriales para luego venderle al Estado.


Los grandes industriales tampoco quieren participar porque no es su negocio. No tienen aparato para concursar y distribuir. Ellos les venden a los mayoristas y no se complican con el retailing. Tendrían que crear otra área encargada de esta tarea y realmente no les conviene. Es por esa razón que los industriales no venden directamente al Estado. Su negocio está en la producción de leche y comercialización en grandes términos. Y en Qali Warma la distribución es a nivel micro. Este es tal vez uno de los pocos puntos donde los gerentes de Agalep y ADIL concuerdan.


Otra razón que hace desistir de concursar a las empresas es que cuando el personal de Qali Warma hace las inspecciones a las plantas y/o almacenes, van con la predisposición a pensar que el pequeño productor que quiere abastecer a este programa es un tramposo, quiere engañar al Estado; entonces, lo sancionan y no lo dejan participar. Este proceso se divide, de manera muy prosaica, en la presentación de la propuesta técnica, la presentación de la propuesta económica y finalmente la certificación de calidad en planta. Muchas empresas han caído porque la inspección ha sido negativa, porque se observan cosas minúsculas, como por ejemplo que una puerta esté descolgada o no esté el letrero de salida. Para Guevara, estos aspectos son subsanables y no deben ser criterio preponderante para eliminar a una empresa de un concurso.


Esta semana, Edgar Trejos, presidente de la Federación de Apafas de Lima y Callao, denunció que los alumnos de 850 colegios de estas regiones no están recibiendo alimentos del programa Qali Warma, porque se cayó el concurso para contratar a un proveedor. La misma directora del programa, María Mónica Moreno, dijo que esto sucedió por las exigentes condiciones que se pide a los proveedores.


Por otro lado, este programa no rinde cuentas al Organismo Supervisor de las Contrataciones del Estado (OSCE). Qali Warma tiene más de 1400 millones de soles de presupuesto anual y, en su base de datos, no figura ningún proceso de contratación a alguna empresa que provea los alimentos a Qali Warma. Solo están las contrataciones por concepto de telefonía, pasajes, etc.


“Se saltan la garrocha del OSCE diciendo que se crean comités locales de adquisición. O sea las penalidades las pone Qali Warma, las bases las hace Qali Warma, las inspecciones las hace Qali Warma, el presupuesto lo tiene Qali Warma, los pagos los autoriza Qali Warma, pero Qali Warma nunca es responsable de lo que compran los comités locales, que son dos o tres personas por cada zona”, agregó Guevara.